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Diana - Éspaña

Diana - España

Bueno, nunca pensé que podría llegar el día en el cual pudiera seguir la Última Escritura de Dios (El Corán) pues siempre tuve claro que al nacer mis padres me bautizaron y me convirtieron en cristiana, que cristiana era y cristiana me moriría; pero, ¡qué equivocada que estaba! Ni siquiera me había pasado por la cabeza el dudar de mis enseñanzas católicas, pues las tenía bastante claras.
Así crecí toda mi vida. A los 8 años de edad (el día 4 de junio de 1984 exactamente) hice mi primera comunión. A partir de ese momento, dejé de ir todos los domingos a la misa pues no me decía nada. Cuando cumplí casi 18 años decidí que quería confirmarme y así lo hice, pero desde ese día solo entraba en la iglesia para alguna boda, algún bautizo o, lo que es peor, para algún entierro, pues me aburría el tiempo que tenía que estar escuchando el sermón y no me decía nada. Y así pasaron los años, hasta que cumplí los 28 y conocí al hermano Abdenbi. Él trajo la alegría, el amor y la paz durante unos años a mi vida; me hizo sentir como a una reina, hablábamos de religión a veces y él me explicaba sobre el Islam y yo le explicaba sobre el cristianismo. Como buen musulmán, le gustaba escuchar el Sagrado Corán, y en una de las ocasiones me senté junto a él y me puse a escucharlo también. De pronto, empecé a sentir una emoción muy fuerte en mi interior; sin saber por qué, algo muy grande me invadía el corazón y el alma. Sin entender lo que estaba escuchando, pues la recitación era en árabe, me eché a llorar llena de paz y sosiego, llena de alegría y entusiasmo. ¡Algo muy fuerte estaba pasando en mi interior!
A partir de ahí empecé a buscar información sobre la Biblia, y me impactó mucho cuando la abrí y leí que estaba prohibido representar a Dios en imágenes y que los hombres varones cristianos tenían que hacerse la circuncisión, porque fue un pacto que hizo Dios con el pueblo de Israel. En ese momento, todo cambió en mi cabeza y en mi corazón. Empecé a leer el Sagrado Corán, a buscar en internet información sobre el Islam y a pedir que me mandaran un Corán desde Egipto, el cual me mandaron completamente gratis traducido al castellano.
Comencé a leerlo y me fui introduciendo en un mundo que me traía una paz interior que nunca jamás había conocido, tenía ganas de ser mejor persona, me sentía más tranquila, más feliz, con más amor al prójimo... Además, lo mejor en el Islam es que nos enseña a amar y a respetar a los padres y, desde entonces, los quiero mucho más, pues Dios Quiso que ellos me dieran la vida.

Leí también la verdadera personalidad de la mujer musulmana y me encantó. Cuando llegaba Ramadán, hacía algún día suelto de ayuno; y así, en unos cuantos años me fui informando de más y más cosas. Cada vez tenía más ilusión por ser musulmana, pero no dejaba de invadirme la duda y el miedo de que si me estaría equivocando. Al final, a base de recapacitar mucho, decidí ir a una mezquita a pedir más información, pues llegaba Ramadán y me apetecía volver al Islam. Ese día, justamente, tan solo había musulmanes árabes y ninguno me quiso ayudar; me dijeron que no podía entrar allí porque no llevaba velo ni ropa adecuada. Les dije que le pidieran al Imam que saliera, y me dijeron que no podía salir porque estaba hablando con los hombres que habían terminado de rezar. En fin, a eso yo le digo ser “buenos musulmanes”, y eso que salían de rezar, sino haber que hubieran dicho... entonces decidí dejarlo así y seguir informándome por internet. Pasó otro año más, y se acercó de nuevo Ramadán y sentí que había llegado la hora de hacer mi vuelta al Islam, porque me lo pedía mi corazón. El día 18 de agosto de 2009 fui a la mezquita de Valencia (Centro Cultural Islámico de Valencia) y me dijeron que el Imam no estaba en esos momentos. Después de hablar con varias personas y aclarar que no deseaba hacer la Shahada para casarme, sino para ser musulmana y poder así empezar hacer el Ramadán como musulmana, me dijeron que el Imam llegaría a las 5 de la tarde, así que lo esperé y pude hablar con él. Hice mi Shahada (testimonio de fe) con el mejor Imam que haya podido tener, Mansur (Vicente Mota). Me dijo la Shahada en árabe y la fui repitiendo hasta que acabó, y luego la repetimos en el idioma que Al-lah me Ha Dado, el castellano; y, llena de emoción y de un sentimiento muy gratificante, salí de la mezquita siendo musulmana.

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