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Él hijito de mamá

El hijito de mamل

{Le Hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre lo lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia, y su destete es a los dos años. Sed agradecidos Conmigo y con vuestros padres; y sabed que ante Mí compareceréis. Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis copartícipes, no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto. Seguid el camino de los piadosos, pues ante Mí compareceréis y os Informaré de lo que hacíais}. [Corán 31:14-15].
La mayoría de los adolescentes se avergüenzan cada vez que sus madres les muestran aunque sea un poquito de afecto, especialmente si esto ocurre frente a sus amigos. Puede ser difícil para las madres aceptar este aparente rechazo de su amor.
Sin embargo, es importante que las madres se den cuenta de que la única manera para que un joven alcance su independencia es distanciarse de su madre. Esto suena muy duro, en especial sabiendo que fueron las madres quienes cuidaron a sus hijos y se ocuparon de ellos con mucho esfuerzo tanto en los buenos como los malos tiempos.
Esta recientemente descubierta afirmación de independencia del joven puede desgarrar el corazón de una madre, con tal intensidad que difícilmente puede recuperarse. Por esta razón, muchas madres tienen dificultad en mantener una relación amorosa y significativa con sus hijos durante sus años de adolescencia, y en algunos casos aún entrados estos en la madurez.
Es también muy común para algunas madres e hijos enfrentarse en una batalla emocional, donde la madre se aferra a la imagen mental que se hace de su hijo, al cual considera aun un niño pequeño y donde su hijo trata de apartarse de ella, pues en su mente la misma le está impidiendo crecer.
Una madre necesita de su hijo. El hijo mismo que la aparta de sí, necesita de su madre, ahora más que nunca, aunque no se dé cuenta. Solo porque la dinámica de la relación madre-hijo está cambiando no significa que deba ser cortada.
De hecho, una nueva oportunidad se abre para cultivar una relación renovada que será aún más amorosa y fuerte, que resistirá el paso del tiempo. Debido a que la mayoría de los adolescentes sufren de un sinnúmero de problemas sociales, como la presión de los amigos y esas tremebundas hormonas, la madre tendrá que tomar la iniciativa en reinventar la relación con su querido hijo.
Cosas en común
Mientras su hijo se encuentre surcando las turbias aguas de la vida de la preadolescencia o la adolescencia, es crucial que la madre encuentre aunque sea el mínimo pedazo de terreno común. Las madres deben pisar con cuidado, ya que la mayoría de los adolescentes tienen un detector innato de cariño que los hace rehuir a todo esfuerzo por parte de su madre, como los polos opuestos del imán. Se puede encontrar un terreno común en asuntos tan sencillos como algo de lo que ambos gustan, como las papas fritas o el ajedrez. Aproxímate a tu hijo en el momento correcto, no cuando está de salida u ocupado en una actividad productiva como estudiar. Utiliza el terreno común como tu punto de entrada para empezar una conversación en la que puedas descubrir qué está pasando en su vida y compartir con él lo que está pasando en la tuya.
No seas pesada
Puede ser difícil conseguir algún tipo de respuesta positiva de tu hijo adolescente mientras se encuentra en esta etapa intermedia de su vida. Evita ser insistente y exigente. Digo que puede ser difícil porque mientras son niños nuestros hijos generalmente responden rápidamente a nuestras demandas de gratificación, ya sea con un beso o un espontaneo "te quiero mamá" cuando están complacidos con nosotras. Los adolescentes son una complicada mezcla paradójica de emociones que ni ellos mismos entienden, y peor entiendes tú. Sé paciente y disfruta los momentos de cariño cuando se den. No te preocupes, ¡ten por seguro que los habrá!
Comprender vs. controlar
Esforzarte para entender a tu adolescente rendirá mejores dividendos a largo plazo. Cualquier intento por controlarlo no hará sino apartarlo aún más. Extiéndele la mano a tu hijo e invítalo a compartir aspectos de su vida que tal vez sean la causa de los problemas entre ustedes. Asegúrate de dejarle bien claro que puede hablar tranquilamente sin temor a meterse en problemas contigo. Recuérdale acerca de la relación especial que padres e hijos tienen en el Islam. Hazle saber que a ti solo te interesa su bienestar y que no lo juzgarás. Sin embargo, las madres deben evitar, al mismo tiempo, mostrar una actitud demasiado indulgente. Muchos de nuestros adolescentes musulmanes lidian con la presión de los amigos, en especial en lo que respecta a males sociales como las drogas, las bebidas alcohólicas y comportamientos anormales. Mantener a tu hijo a salvo es más prioritario que ser su mejor amiga.
Coherencia y disciplina
Uno de los errores más comunes que muchas madres cometen al tratar de preservar la relación con sus hijos es darles control absoluto sobre su comportamiento. Una reacción natural a la sensación de rechazo es querer complacer a tu hijo como sea, aún si esto significa tolerar ciertas actitudes que hubiesen sido inaceptables cuando él era más joven.
Desafortunadamente, los adolescentes se dan cuenta que sus padres están esforzándose para mejorar las cosas y tratarán de “exprimirlos” hasta donde se pueda. ¡No caigas en esta trampa! Se coherente con tu hijo adolescente y disciplínalo como siempre lo has hecho, en lo posible con penalidades más severas por su comportamiento inapropiado. Los adolescentes necesitan disciplina más aún que los niños. Ellos tienen muchos aspectos de la vida compitiendo por su atención. La coherencia y la disciplina no inhibirán a tu hijo adolescente, por el contrario, con el tiempo, lo ayudaran a entrar exitosamente en la vida adulta. A pesar de esto, es también vital que le des a tu hijo adolescente la habilidad de tomar sus propias decisiones y el espacio necesario para asimilar y aprender de sus errores.
La cosa más difícil para un padre o una madre es dejar que su hijo tome vuelo, pues temen que nunca regresará a ellos. Siempre pongan su confianza en Al-lah, y actúen de la manera correcta y necesaria para criar a sus hijos como hombres musulmanes piadosos. Y en tiempos de gran temor o preocupación, recuerden que nuestro más grandioso aliado es nuestro Señor y Creador. Al-lah nos Ha Prometido que el Du'a (súplica) que hacemos por nuestros hijos no será rechazado. El musulmán siempre puede suplicarle a Al-lah cuando las cosas se dificultan e, in Sha Al-lah, la relación entre la madre y su hijo florecerá en un jardín de entendimiento mutuo, regado por las puras aguas del amor.

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