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Él arrepentimiento, la redención y la salvación desde una perspectiva islámica (parte 4)

El arrepentimiento, la redención y la salvación desde una perspectiva islámica (parte 4)

La historia de la creación proporciona la base para la existencia humana y la comprensión de la vida misma. Además, contiene la metodología con la que abordar la tawba y una descripción de sus dimensiones prácticas y espirituales. Ilustra de manera elocuente la relación del ser humano con Al-lah, estableciendo ante todo que Al-lah creó a Adán como el primer ser humano y luego, de su progenie, a toda la humanidad, con el único propósito de adorarlo y obedecerlo. Adán recibió conocimiento e instrucciones para vivir con su cónyuge en el Paraíso y para beneficiarse de la abundante provisión allí, como deseasen, con la excepción de un solo árbol al que Él les prohibió acercarse. Al-lah, desde su divina providencia, otorgó intelecto a Adán y la capacidad de libre albedrío, dándole la capacidad de hacer el bien y el mal como un medio para probarlo. Lo que ocurrió seguidamente en el Jardín sirve como una lección primordial para todos los tiempos. Adán y Hawwa fueron tentados por Iblis a desobedecer, causando que fueran sacados del Paraíso. Sin embargo, como un gesto de gran misericordia y generosidad, Al-lah le enseñó a Adán las palabras exactas de tawba con las que él y su progenie deben buscar Su perdón. Por lo tanto, Al-lah creo en la tawba los medios de perdón y redención necesarios para la lucha en la Tierra entre el bien y el mal, así como los medios a través de los cuales uno obtiene Su complacencia en este mundo y la salvación eterna al momento de su regreso final a Él en el Día de la Resurrección.
Además, la historia de Adam e Iblis sirve como marco para el mayor desafío que enfrentaremos en este mundo: una batalla implacable desde la cuna hasta la tumba contra un enemigo engañoso que a menudo se hará pasar por nuestro confidente, tal como lo hizo en el Jannah, para engañarnos y que incurramos en la desobediencia. Entre las muchas tácticas de Iblis se encuentra su capacidad para inculcar hábilmente en nosotros sus propios atributos de desesperación y arrogancia (la primera expresión de racismo involucró que Iblis se considerase superior a Adam) con el objetivo de impedir que nos volvamos en tawba. Lo hace convenciéndonos de desesperarnos por no ser dignos ante Al-lah cuando nos acercamos a Él directamente. Aquellos que desesperan de esta manera a menudo buscan el perdón con la ayuda de un intermediario piadoso a quien consideran que está más cerca de Al-lah y, por lo tanto, caen en shirk (asignar socios a Al-lah). Incluso puede convencernos de que nos demos por vencidos y no volvamos a Al-lah en absoluto. Del mismo modo, Iblis apelará estratégicamente a nuestros egos, lo que nos volverá despreocupados. Puede convencernos de que no necesitamos la tawba ya que nuestros logros mundanos indican nuestro estado honorable con Al-lah, o que la misericordia de Al-lah por sí sola nos garantiza la salvación, todos conceptos erróneos que prevalecen hasta el día de hoy.
Esta es nuestra lucha en la Tierra. Ser humano es ser defectuoso y pecar, ya que solo Al-lah es perfecto; así, caer en el pecado y volverse en tawba son estados perpetuos para el creyente. La historia de la creación nos enseña que la falibilidad humana es parte del deliberado y perfecto plan divino, de modo que, al igual que estamos naturalmente inclinados a adorar a Al-lah y a buscar orientación, también nos inclinamos al pecado. Por lo tanto, la tawba es la más grande de las bendiciones y de los más bellos actos de adoración que se nos enseñan, mediante los cuales cumplimos nuestro propósito, desarrollamos humildad y fortalecemos nuestra conexión con Al-lah; al mismo tiempo que aumentamos nuestro amor por Él a través de la reflexión y la esperanza por Su misericordia, perdón y generosidad.
El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Si no cometieran pecados, Al-lah crearía personas que los cometerían y pidieran perdón, y Él los perdonaría” (Muslim).
Los seres humanos comenzaron su existencia en el Yannah y se nos ordena que pasemos nuestras vidas esforzándonos por regresar allí, usando la guía divina como una brújula moral y la tawba como provisión para el viaje de regreso a nuestro hogar eterno. Por lo tanto, no es sorprendente que nos sintamos atraídos instintivamente por las comodidades y la belleza de este mundo, y encontremos familiaridad y motivación en las numerosas referencias y descripciones dentro de los textos sagrados de lo que nos espera en el Yannah.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, describió al Yannah como “ladrillos de plata y ladrillos de oro. Su mortero es almizcle de una fuerte fragancia, sus guijarros son perlas y rubíes, y su tierra es azafrán. Quien entre en él, vivirá y no sufrirá, sentirá gozo y no morirá, ni sus ropas se desgastarán, ni se acabará su juventud” (At-Tirmidhi). 

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