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Él encuentro del Profeta Muhammad con el monje Bahira (parte 1 de 2)

El encuentro del Profeta Muhammad con el monje Bahira (parte 1 de 2)

La niñez del Mensajero de Al-lah, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, estuvo llena de episodios que marcaron su vida. Fue huérfano de padre desde su nacimiento, por lo que su abuelo ‘Abdulmuttalib se encargó de su crianza y le ofreció el mejor cuidado, cariño y educación; por eso le buscó la mejor nodriza y lo envió en sus primeros años de vida a la tierra de Banu Sa’d, lo que le ayudó a crecer sano, fuerte y con un idioma árabe muy culto.

Al cumplir seis años, su madre murió en un pueblo llamado Al Abwua’, en el camino entre la Meca y Medina, así que su abuelo le brindó todo el amor necesario para ayudarlo a superar este incidente, se acercó más a él e, incluso, lo puso por encima de sus propios hijos. Esta atención duró dos años más, hasta que su abuelo murió, así que a los ocho años fue su tío Abu Talib, quien igual que su padre, le ofreció la mejor atención.

A los doce años viajó con su tío en una caravana comercial hacia Sham, se detuvieron en Busra, lugar de residencia de un monje, el cual fue protagonista de un episodio que fue narrado en los libros de Sira del Profeta y en la Sunna.

Leamos la historia que fue narrada por Abu Musa Al ‘Ash’ari, que Al-lah esté complacido con él, la cual fue registrada por At-Tirmidhi, quien mencionó que era un relato hasan y que expertos como Al Hakim, Ibn Hayar y el Albani, entre otros, dijeron que era sahih: “Abu Talib viajó con el Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y otros hombres mayores. Llegaron al lugar donde se encontraba un monje cristiano asceta. Descendieron de sus monturas y bajaron su mercancía. Ellos siempre pasaban por ese sitio y ofrecían su mercadería allí, pero el monje nunca les había prestado atención hasta ese día. El monje pasó por en medio de ellos, se acercó al joven Muhammad, tomó su mano y dijo: ‘Este es el Enviado del Señor del universo. Al-lah lo envió como una misericordia para toda la humanidad’. Los mayores de Quraish le preguntaron: ‘¿Cómo lo sabes?’; respondió: ‘Porque desde que ustedes cruzaron por el ‘Aqaba todos los árboles se inclinaron y postraron, esto no lo hacen sino ante un Profeta de Al-lah. Además, sé que tiene el sello de la profecía en el cartílago de su hombro, tiene relieve, como si fuera una manzana”. Luego les preparó una comida y se las llevó. El muchacho se encontraba en el establo con los camellos y Bahira pidió que lo llamaran. Mientras caminaba, una nubecilla le hacía sombra. Todos se apresuraron y sentaron bajo la sombra de un árbol (y no le quedó espacio en la sombra) se sentó donde encontró un lugar y el árbol se inclinó hacia él para cubrirlo del sol, les dijo: ‘¡Vean! El árbol se inclinó para cubrirlo’, les rogó que no continuaran su camino con él hacia las tierras bizantinas. En ese momento llegaron siete jinetes bizantinos, los recibió y les preguntó: ‘¿Qué los ha traído por estos lares?’, le respondieron: ‘Supimos que el Profeta anunciado estará por aquí en este mes. No ha habido un solo lugar a donde no se haya mandado a alguien a buscarlo. Nosotros siguiendo su rastro hemos llegado hasta aquí. Les dijo: ‘¿Creen ustedes que haya alguien que pueda ir en contra de algo que Al-lah ya ha decretado?’, replicaron: ‘¡Claro que no!’. Se los señaló y ellos lo siguieron y se sentaron con él. Luego dijo: ‘¿Quién está a cargo del muchacho?’. Le informaron que Abu Talib, entonces le pidió que regresara a La Meca con él y Abu Talib le hizo caso”.

Ibn Taimia dijo: “Los relatos en los que se mencionan las características de Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, eran conocidas por la Gente del Libro de forma mutawatir (relatos transmitidos por muchas personas sin cambio en su contenido)”. El Imam Al Mawardi, en A’lam An-Nubua, dijo: “Los mensajeros y profetas anunciaron la misión de Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él y con todos ellos, lo cual es un argumento para quienes lo niegan y, al mismo tiempo, un milagro que demuestra que los demás (profetas) confirman su veracidad. Algunos de estos mensajeros lo mencionaron por su nombre propio, otros por una o varias de sus características; unos por el pueblo y lugar donde sería enviado y algunos por sus obras y el alcance que tendría su mensaje. Al-lah hizo que todo lo que ellos reportaron como señales de la llegada de Muhammad, se volviera realidad”. 

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