Ramlah y la gran noticia

21/04/2009| IslamWeb

 La gran noticia

Una mañana Ramlah escuchó que golpearon la puerta. Era Abrahah, la sirvienta especial de Negus. Abrahah estaba radiante de alegría cuando saludó a Umm Habibah y dijo: “Negus envía estos saludos y te anuncia que Muhammad, el Mensajero de Al-lah, quiere que te cases con él y que ha enviado una carta en la cual lo designa como su wakil (apoderado) para hacer el contrato de matrimonio entre tú y él. Si estás de acuerdo, tienes que designar un wakil para actuar en tu nombre”.
Umm Habibah estaba en las nubes de felicidad y gritó para sí misma: “¡Al-lah te Ha dado buenas noticias! ¡Al-lah te Ha dado buenas noticias!” Tomó sus joyas, su collar y brazaletes y se los dio a Abrahah, también le dio sus anillos y, de hecho, si hubiese poseído todos los tesoros de este mundo, se los habría dado a Abrahah en ese momento de tanta felicidad. Finalmente le dijo: “Designo a Jalid Ibn Said Ibn Al ‘As para actuar en mi nombre como wakil, porque él es la persona más cercana a mí”.
El grupo de musulmanes que vivía en Abisinia se reunió en el palacio de Negus, situado en medio de hermosos jardines de exuberante vegetación, en uno de los pasillos finamente decorados y lujosamente amoblado e iluminado. Allí estaban Yafar Ibn Abi Talib, Jalid Ibn Said, Abdullah Ibn Hudhafah As-Sahmi y otros. Se habían reunido para ser testigos del contrato matrimonial entre Umm Habibah, la hija de Abu Sufian, y Muhammad, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Cuando el matrimonio concluyó, Negus dirigió la reunión: “Alabo a Al-lah, el Santo, y declaro que no hay dios sino Al-lah y que Muhammad es Su siervo y Su mensajero, y que Él le Dio buenas noticias a Jesús, el hijo de María. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, me ha pedido que realice el contrato de matrimonio entre él y Umm Habibah, la hija de Abu Sufian. Yo acepté hacer lo que me pidió y en su nombre le doy una dote de 400 dinares de oro”. Él entregó esa cantidad a Jalid Ibn Said, quien se puso de pie y dijo: “Todas las alabanzas sean para Al-lah. Lo alabo y busco Su ayuda y perdón, y a Él me dirijo en arrepentimiento. Declaro que Muhammad es Su siervo y Su mensajero, a quien Él Ha enviado con la religión de guía y verdad, por tanto debe prevalecer sobre las demás religiones, incluso si esto disgusta a los incrédulos. He aceptado hacer lo que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ha pedido y actué como el wakil en nombre de Umm Habibah, la hija de Abu Sufian. Que Al-lah Bendiga a Su mensajero y a la esposa de este. Felicitaciones a Umm Habibah por el bien que Al-lah Ha ordenado para ella”,
Jalid tomó la dote y la entregó a Umm Habibah. Entonces los Sahabas se levantaron y se prepararon para irse, pero Negus les dijo: “Siéntense, porque es práctica de los profetas servir comida en los matrimonios”.
Había una alegría general en la corte de Negus, los invitados se sentaron nuevamente para comer y celebrar tan grata ocasión. Umm Habibah apenas podría creer su buena fortuna y más tarde describió lo ansiosa que estaba por compartir su felicidad. Ella dijo: “Cuando recibí el dinero como dote, envié 50 mizqals de oro a Abrahah, quien me había llevado las buenas noticias, y le dije: ‘Te di lo que te di cuando me diste las buenas noticias, porque en ese tiempo no tenía dinero’. Al poco tiempo, Abrahah vino a mí y me regresó el oro. Ella también trajo un recipiente conteniendo el collar que le había dado y dijo: ‘El rey me ha dado instrucciones de no tomar nada de ti y ha ordenado a las mujeres de su casa que te hagan obsequios de perfume’.
Al día siguiente ella me llevó ámbar gris, azafrán y aceites, y dijo: ‘Quiero pedirte un favor’. ‘¿Qué es?’, pregunté. Ella dijo: ‘He aceptado el Islam y ahora sigo la religión de Muhammad. Transmítele mis salutaciones de paz y hazle saber que creo en Al-lah y en Su Profeta. Por favor no te olvides’. Luego me ayudó a prepararme para mi viaje hacia el Profeta.
Cuando me reuní con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le informé de todas las medidas que fueron tomadas para el matrimonio y sobre mi relación con Abrahah. Le dije que ella se había hecho musulmana y que le enviaba sus saludos de paz. Él estaba lleno de alegría por las noticias y dijo: ‘Wa alaiha as-salam wa rahmatul-lahi wa barakatuhu (y sobre ella sea la paz, la misericordia y las bendiciones de Al-lah)’”.
 
 

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