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Ün consejo para mi hija (Parte I)

Un consejo para mi hija (Parte I)

 

 Hija mía, ya no soy un hombre joven; soy alguien que ha dejado atrás sus sueños e ilusiones. He viajado mucho, he conocido gente y he vivido la vida. Por lo tanto, presta atención a este consejo inusual y franco, extracto de mis años y mi experiencia.
Muchos de nosotros hemos escrito hasta el cansancio y fatigado nuestras lenguas llamando a la rectificación de la moral, la eliminación de la corrupción y la supresión de los deseos. No obstante, no hemos logrado nada y no hemos sido capaces de deshacernos del mal, el cual en cambio crece y se esparce junto con la corrupción. El exhibicionismo lascivo de cuerpos y de desnudez está aumentando a paso alarmante y se difunde de lugar a lugar; y según creo ha llegado hasta todos los países musulmanes, incluso en la Gran Siria, en donde solían prevalecer las ropas holgadas y decentes y el honor y el recato se preservaban estrictamente. Hoy en día, las mujeres ahí salen sin cubrirse, mostrando sus brazos y cuellos.
No tuvimos éxito y no creo que lo tengamos nunca. ¿Sabes por qué? Porque aun tenemos que lograr acceso a la puerta adecuada para la reforma, puerta a la que solo tu hija mía tienes la llave. Por lo tanto, si tomas la iniciativa de abrir esta puerta, las circunstancias cambiarán.
Es verdad que el hombre es quien da el primer paso hacia el pecado, no la mujer. No obstante, si la mujer rechaza las insinuaciones del hombre, este se detendrá. Si ella demuestra indulgencia, él se atreverá a seguir adelante entrando por una puerta entreabierta; es un ladrón que ha sido bienvenido a robar, y cuando lo haga la mujer pedirá ayuda. Pero si tienes en cuenta que la mayoría de los hombres son unos ladrones, entonces tendrás tanto cuidado de ellos como toda persona cautelosa tiene con respecto a un bandido.
Si sabes que todos los hombres son como lobos y tú eres una oveja, entonces huirás de ellos. De hecho, los lobos codician la carne de la oveja, mientras que el hombre desea algo que es para ti aun más preciado que la carne lo es para el animal; algo que si se pierde es aun peor que si la oveja muriese. Está tras tu castidad, con la cual has sido honrada y que constituye tu prestigio y tu vida. Por Al-lah, es verdad que la vida de una mujer ultrajada es peor que la muerte.
Muchos hombres jóvenes, al ver a una mujer la desvisten en su imaginación y se la figuran desnuda. Por Al-lah, te juro que es verdad. No les creas a los hombres que dicen que observan solamente la moral y ética de las mujeres y que hablan con ellas y las tratan amablemente simplemente porque las consideran sus amigas. Por Al-lah que mienten, pues cuando están entre ellos los escucharás decir cosas horrendas.
Las sonrisas, palabras amables y ayuda que muchos hombres jóvenes ofrecen son solamente un pretexto para lograr lo que quieren o al menos para hacerse creer a sí mismos que están preparando el camino para alcanzar su propósito.
Pero, ¿qué pasa después? ¡Dímelo por favor! Si logra lo que desea, ambos compartirán el placer por una hora; y después él lo olvidara, mientras que tú sufrirás para siempre por lo sucedido. Él simplemente se enfoca en otra chica para robarle la castidad, mientras que tú llevas la carga del embarazo, inseguridad y humillación. Lo que es peor: La sociedad injusta lo perdona por ser “un hombre joven que se desvió pero se arrepiente”, pero en tu caso, tú seguirás viviendo en un estado de vergüenza perpetua.
Cuando conozcas a un hombre así, resiste, voltea hacia otro lado, dale la espalda. Si insiste en tocarte descaradamente, usa tus zapatos para protegerte si no tienes nada más a la mano; al ver eso, la gente en la calle te socorrerá, y ningún hombre sin escrúpulos tendrá entonces el valor de hacer lo mismo con mujer alguna. En cuanto a un hombre bueno, este vendrá a ti con la intención sincera de tener relaciones licitas contigo bajo el amparo del matrimonio.

Cualquier mujer -sin importar la clase social, riqueza, fama o estima- realiza su esperanza y su felicidad más grandes en el matrimonio; cuando asume el rol de esposa virtuosa y de buena madre. Este es el caso independientemente de si la mujer en cuestión es una reina, princesa o estrella de Hollywood, cuya fama y glamour son engañosos para muchas mujeres. Sé de dos grandes escritoras de Egipto y la Gran Siria, cuyos nombres prefiero no dar a conocer dada su reputación: ambas disfrutaron de riqueza y eran apreciadas como escritoras, pero no se casaron y después se enfermaron a nivel psicológico. Así, aun si una mujer llega a ser miembro del parlamento o asume un papel de liderazgo, la cima de sus deseos yace en tener una relación llena de significado como el matrimonio.

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